Es el emblema del grupo, el corazón, el máximo ídolo xeneize en actividad; el que no le tiene miedo al ridículo y ensaya las piruetas más inverosímiles dentro del área rival. Es el hombre que contagia ilusiones desde su rebeldía goleadora, el que vence arqueros con suma frialdad. Es el referente, el que supo imponer modas y el que no duda en objetar crudamente el rendimiento de Boca, como cuando luego de la frustración en el último superclásico sentenció que les había faltado "actitud". También es el primero en derrochar optimismo cuando lo siente razonable, como cuando después del éxito frente a Racing, en la 15a jornada, celebró el empeño y el lúcido rendimiento de los xeneizes en un complejo escenario. Martín Palermo es, en definitiva, el hombre que hace latir las esperanzas boquenses en el Apertura, como únicos perseguidores del líder, Lanús, y más allá en el calendario, en el Mundial de Clubes, en Japón. Palermo no es sólo el N° 9 y máximo artillero del equipo en el certamen, con 11 tantos..., Palermo es mucho más que ello. Es el alma del pueblo auriazul, el abanderado de las grandes hazañas. Es el hombre que persigue, con certezas, el sueño de superar a Pancho Varallo y ser el máximo goleador en la rica historia de Boca. Es el que no se intimida y el que no vacila en afirmar que no se siente menos que "ninguno de los jugadores de Milan", pensando en una futura definición ante el conjunto italiano en terreno japonés. Es el atacante que anticipa a los defensores y sentencia las vallas con cabezazos fortísimos e inatajables, como los dos de ayer, ante Vélez, superando en ambos saltos a Hernán Pellerano y batiendo al arquero Germán Montoya. "Pasó otra final y ahora nos faltan tres. Está a la vista que Lanús es un gran equipo, pero históricamente Boca demostró que en las situaciones difíciles se agranda...", expresó ayer el futbolista nacido en La Plata, que el último miércoles festejó los 34 años. Palermo es el símbolo de la perseverancia; nunca se resigna. "Tiene una personalidad de hierro; es de los hombres más fuertes que conocí en mi vida", dijo, en una oportunidad, su socio futbolístico y amigo Guillermo Barros Schelotto. Para el Loco , nada es imposible. En su extensa carrera fue vitoreado y criticado, casi en una misma proporción. Enamora o exaspera. Pero de algo no existen dudas: se ganó ampliamente el respeto de sus colegas en un mundillo ultra competitivo. Marcó goles en todos los clubes donde actuó y en casi todos los partidos. Padeció duras lesiones y crueles golpes en su vida íntima, pero siempre se aferró a su familia y a sus amigos para superarlos. En agosto último, junto con su mujer Lorena Barrichi, perdió a su hijo recién nacido, a quien habían llamado Stefano. Meses después, Martín se tatuó en el antebrazo el nombre de su hijo fallecido y ayer, cada vez que logró un gol, se besó esa parte del cuerpo, emocionado y mirando al cielo. Sin dudas, la de ayer no era una tarde más para Palermo, porque el entrenador adversario, Ricardo Antonio La Volpe, fue el conductor en una triste y polémica etapa del club de la Ribera. En su momento, el atacante criticó algunos modismos del Bigotón para con el grupo; por ello, con sus estocadas goleadoras, el N° 9 se vengó, a su manera, de algunas rencillas no tan lejanas. "¿Qué puedo decir de Martín? Miren sus estadísticas, sus números, y la respuesta estará clarita...", lo elogió el técnico de Boca, Miguel Angel Russo, quien casi nunca lo reemplaza. "Después de ganarle a Racing nos propusimos ganar todos los partidos que siguieran. Vamos por el buen camino. Estamos en Boca y queremos ganar todo, sí o sí", sentenció Martín Palermo, mucho más que un hombre optimista... 21 los goles que le faltan a Palermo (tiene 173) para alcanzar a Varallo, máximo goleador histórico, con 194 tantos
lunes, noviembre 12, 2007
Es el emblema del grupo, el corazón, el máximo ídolo xeneize en actividad; el que no le tiene miedo al ridículo y ensaya las piruetas más inverosímiles dentro del área rival. Es el hombre que contagia ilusiones desde su rebeldía goleadora, el que vence arqueros con suma frialdad. Es el referente, el que supo imponer modas y el que no duda en objetar crudamente el rendimiento de Boca, como cuando luego de la frustración en el último superclásico sentenció que les había faltado "actitud". También es el primero en derrochar optimismo cuando lo siente razonable, como cuando después del éxito frente a Racing, en la 15a jornada, celebró el empeño y el lúcido rendimiento de los xeneizes en un complejo escenario. Martín Palermo es, en definitiva, el hombre que hace latir las esperanzas boquenses en el Apertura, como únicos perseguidores del líder, Lanús, y más allá en el calendario, en el Mundial de Clubes, en Japón. Palermo no es sólo el N° 9 y máximo artillero del equipo en el certamen, con 11 tantos..., Palermo es mucho más que ello. Es el alma del pueblo auriazul, el abanderado de las grandes hazañas. Es el hombre que persigue, con certezas, el sueño de superar a Pancho Varallo y ser el máximo goleador en la rica historia de Boca. Es el que no se intimida y el que no vacila en afirmar que no se siente menos que "ninguno de los jugadores de Milan", pensando en una futura definición ante el conjunto italiano en terreno japonés. Es el atacante que anticipa a los defensores y sentencia las vallas con cabezazos fortísimos e inatajables, como los dos de ayer, ante Vélez, superando en ambos saltos a Hernán Pellerano y batiendo al arquero Germán Montoya. "Pasó otra final y ahora nos faltan tres. Está a la vista que Lanús es un gran equipo, pero históricamente Boca demostró que en las situaciones difíciles se agranda...", expresó ayer el futbolista nacido en La Plata, que el último miércoles festejó los 34 años. Palermo es el símbolo de la perseverancia; nunca se resigna. "Tiene una personalidad de hierro; es de los hombres más fuertes que conocí en mi vida", dijo, en una oportunidad, su socio futbolístico y amigo Guillermo Barros Schelotto. Para el Loco , nada es imposible. En su extensa carrera fue vitoreado y criticado, casi en una misma proporción. Enamora o exaspera. Pero de algo no existen dudas: se ganó ampliamente el respeto de sus colegas en un mundillo ultra competitivo. Marcó goles en todos los clubes donde actuó y en casi todos los partidos. Padeció duras lesiones y crueles golpes en su vida íntima, pero siempre se aferró a su familia y a sus amigos para superarlos. En agosto último, junto con su mujer Lorena Barrichi, perdió a su hijo recién nacido, a quien habían llamado Stefano. Meses después, Martín se tatuó en el antebrazo el nombre de su hijo fallecido y ayer, cada vez que logró un gol, se besó esa parte del cuerpo, emocionado y mirando al cielo. Sin dudas, la de ayer no era una tarde más para Palermo, porque el entrenador adversario, Ricardo Antonio La Volpe, fue el conductor en una triste y polémica etapa del club de la Ribera. En su momento, el atacante criticó algunos modismos del Bigotón para con el grupo; por ello, con sus estocadas goleadoras, el N° 9 se vengó, a su manera, de algunas rencillas no tan lejanas. "¿Qué puedo decir de Martín? Miren sus estadísticas, sus números, y la respuesta estará clarita...", lo elogió el técnico de Boca, Miguel Angel Russo, quien casi nunca lo reemplaza. "Después de ganarle a Racing nos propusimos ganar todos los partidos que siguieran. Vamos por el buen camino. Estamos en Boca y queremos ganar todo, sí o sí", sentenció Martín Palermo, mucho más que un hombre optimista... 21 los goles que le faltan a Palermo (tiene 173) para alcanzar a Varallo, máximo goleador histórico, con 194 tantos
miércoles, noviembre 07, 2007
Suscribirse a:
Entradas (Atom)