lunes, noviembre 12, 2007


Abre los partidos (como ayer) y los cierra (como en Avellaneda) con la misma efectividad. Juega bien con la cabeza. Se muestra sereno y pensante con los pies. Es solidario. Lucha y persevera. Genera espacios. En ataque, provoca preocupación permanente. En defensa, es expeditivo para rechazar las pelotas paradas del rival. Se anima a todo. Lo prueba todo. Y cuando tiene una (o dos), te liquida. Está cerca del objetivo. Ayer le descontó al primero. Y más de lo que hizo ante Vélez, parece imposible pedirle. Sí, sí, merece el título. ¿Boca? Martín Palermo.El Loco quedó a sólo seis goles de Francisco Varallo. En cuanto a lo que transmite, está más cerca que nunca. Ayer volvió a dar una muestra más de que el título de goleador histórico le queda justo, a medida, apropiado. Enorme, empezó a voltear a Vélez con dos cabezazos mortales que nacieron de dos centros letales de Ibarra (si se considera que el receptor es Palermo, claro). Combinación explosiva la del 4 y el 9 de Boca, hasta tuvieron una chance más, la única que Pellerano alcanzó a despejar. El defensor soñará con Martín tanto como Varallo, que ve cómo sus 180 goles no resisten el avance de otro platense con misma ambición.Como si se necesitara otras motivaciones, el goleador lleva en su antebrazo izquierdo un incentivo más para seguir su lucha personal. Al fin y al cabo, es otra prueba de su fortaleza inquebrantable, del hombre que siempre encuentra algún objetivo para no rendirse nunca. Tatuado, con letras grandes, ahí se lee el nombre del hijo que murió a poco de nacer. En definitiva, Stefano Palermo vivió lo suficiente como para que el Loco se acuerde de él en cada gol y se bese reiteradas veces ese sector de su brazo (ayer, incluso, apuntó su puño al cielo). Homenaje de padre, ya le había dedicado los dos primeros en la semana siguiente a aquel triste momento, contra Banfield, en el Apertura 06. Y ahora espera que lo vea coronarse como goleador histórico.Por todo, en la semana de su cumpleaños 34, se regaló algo más que dos goles: también una actuación que acompaña este buen momento (convirtió en los últimos tres partidos). Con la pelota en los pies, entregó siempre bien. Fue solidario para presionar la salida de Vélez. De cabeza tuvo tres chances y marcó dos (cabezazo cruzado abajo, primero: 1-0; cabezazo bombeado, después: apenas alto; cabezazo arriba, por último: 2-0). Y hasta se animó a tirar el escorpión made in Higuita tras un centro de Palacio (se pasó de largo).Con 11, Martín es el goleador del equipo y, a esta altura, su figura representa mucho más que eso: en él también está la esperanza del hincha para el Mundial de Clubes de Japón. Por eso lo ovacionan tanto. Por eso le cantan, con entusiasmo, por esos goles de Palermo que ya van a venir. O seguir. En definitiva, poco parece importarle al Loco que Denis esté a sólo tres goles (con tres por jugar) de su récord de 20 en el Apertura 98. El está a seis del premio mayor. El título que merece...


Es el emblema del grupo, el corazón, el máximo ídolo xeneize en actividad; el que no le tiene miedo al ridículo y ensaya las piruetas más inverosímiles dentro del área rival. Es el hombre que contagia ilusiones desde su rebeldía goleadora, el que vence arqueros con suma frialdad. Es el referente, el que supo imponer modas y el que no duda en objetar crudamente el rendimiento de Boca, como cuando luego de la frustración en el último superclásico sentenció que les había faltado "actitud". También es el primero en derrochar optimismo cuando lo siente razonable, como cuando después del éxito frente a Racing, en la 15a jornada, celebró el empeño y el lúcido rendimiento de los xeneizes en un complejo escenario. Martín Palermo es, en definitiva, el hombre que hace latir las esperanzas boquenses en el Apertura, como únicos perseguidores del líder, Lanús, y más allá en el calendario, en el Mundial de Clubes, en Japón. Palermo no es sólo el N° 9 y máximo artillero del equipo en el certamen, con 11 tantos..., Palermo es mucho más que ello. Es el alma del pueblo auriazul, el abanderado de las grandes hazañas. Es el hombre que persigue, con certezas, el sueño de superar a Pancho Varallo y ser el máximo goleador en la rica historia de Boca. Es el que no se intimida y el que no vacila en afirmar que no se siente menos que "ninguno de los jugadores de Milan", pensando en una futura definición ante el conjunto italiano en terreno japonés. Es el atacante que anticipa a los defensores y sentencia las vallas con cabezazos fortísimos e inatajables, como los dos de ayer, ante Vélez, superando en ambos saltos a Hernán Pellerano y batiendo al arquero Germán Montoya. "Pasó otra final y ahora nos faltan tres. Está a la vista que Lanús es un gran equipo, pero históricamente Boca demostró que en las situaciones difíciles se agranda...", expresó ayer el futbolista nacido en La Plata, que el último miércoles festejó los 34 años. Palermo es el símbolo de la perseverancia; nunca se resigna. "Tiene una personalidad de hierro; es de los hombres más fuertes que conocí en mi vida", dijo, en una oportunidad, su socio futbolístico y amigo Guillermo Barros Schelotto. Para el Loco , nada es imposible. En su extensa carrera fue vitoreado y criticado, casi en una misma proporción. Enamora o exaspera. Pero de algo no existen dudas: se ganó ampliamente el respeto de sus colegas en un mundillo ultra competitivo. Marcó goles en todos los clubes donde actuó y en casi todos los partidos. Padeció duras lesiones y crueles golpes en su vida íntima, pero siempre se aferró a su familia y a sus amigos para superarlos. En agosto último, junto con su mujer Lorena Barrichi, perdió a su hijo recién nacido, a quien habían llamado Stefano. Meses después, Martín se tatuó en el antebrazo el nombre de su hijo fallecido y ayer, cada vez que logró un gol, se besó esa parte del cuerpo, emocionado y mirando al cielo. Sin dudas, la de ayer no era una tarde más para Palermo, porque el entrenador adversario, Ricardo Antonio La Volpe, fue el conductor en una triste y polémica etapa del club de la Ribera. En su momento, el atacante criticó algunos modismos del Bigotón para con el grupo; por ello, con sus estocadas goleadoras, el N° 9 se vengó, a su manera, de algunas rencillas no tan lejanas. "¿Qué puedo decir de Martín? Miren sus estadísticas, sus números, y la respuesta estará clarita...", lo elogió el técnico de Boca, Miguel Angel Russo, quien casi nunca lo reemplaza. "Después de ganarle a Racing nos propusimos ganar todos los partidos que siguieran. Vamos por el buen camino. Estamos en Boca y queremos ganar todo, sí o sí", sentenció Martín Palermo, mucho más que un hombre optimista... 21 los goles que le faltan a Palermo (tiene 173) para alcanzar a Varallo, máximo goleador histórico, con 194 tantos