jueves, febrero 09, 2006

"El cielo sobre el puerto tenía el color de la tv sintonizada en un canal muerto."

WG.01/ nuevos deseos
"El cielo sobre el puerto tenía el color de la tv sintonizada en un canal muerto." [Primera línea de Neuromante, William Gibson, 1984] Cyborg: Ente que es parte máquina y parte organismo.
Lo que estamos buscando no es interpretar el inconsciente, sino producirlo; crear nuevas relaciones, nuevos ensamblajes, producir nuevos deseos[...] Ésta es para mi una de las sugerencias centrales de Deleuze y Guattari en "Mil Mesetas".
Comparada con la teoría, la arquitectura o el urbanismo, la literatura, - quizá junto con el cine -, parece estar en una posición de ventaja en esta búsqueda de nuevos deseos. La literatura tiene la capacidad de evocar la totalidad de la experiencia humana, de explorar mucho más allá en los territorios de la imaginación.
William Gibson, y otros autores cyberpunk como Neal Stephenson, han tenido y siguen teniendo una influencia significativa en la interpretación del mundo que ahora vivimos; imaginando cómo podría llegar a ser, y efectivamente dándole forma en sus diálogos con las subculturas populares y los productores tecno-intelectuales. Para los profesores, Martin Dodge y Rob Kitchin, autores del libro Mapping Cyberspace, "se adquiere un conocimiento mucho más claro de los procesos urbanos contemporáneos leyendo a Gibson y Stephenson, que estudiando a Castells o Sassen", - [los dos teóricos de lo urbano oficiales más destacados de la última década].
Lo cyberpunk, como muchas otras de las palabras y el imaginario inventado por Gibson, - la más destacada de todas: cyberespacio -, se ha convertido en parte del vocabulario y los estilos de vida contemporáneos. El propio Gibson ha afirmado que la invención de neologismos es una de las formas básicas de la nueva poesía popular. En los últimos años, se ha esta connotando los cyberpunk como algo criminal. Sin embargo, como ya afirmó hace algunos años José María Parreño: "En los tiempos que corren, ¡sabemos que hacemos arte cuando nos persigue la policía!"
Mi particular atracción por el cyberpunk y la obra de Gibson está relacionada con la cosmovisión que imagina, en la cual el arte, la tecnología, la libertad individual, la experimentación, el amor y la anarquía tienen un papel central. Gibson, explora los nuevos deseos y las nuevas formas de estar en el tiempo y el espacio que están siendo inventados o que podrían estar siendo inventados en estos momentos: Las nuevas máquinas en las que la tecnología se asocia con cabezas voladoras [según D+G, las nuevas combinaciones de sujetos y significados], el universo digital que impregna cada milímetro de la vida cotidiana, las nuevas ciudades globalizadas, los espacios de la intimidad y la resistencia, las fronteras en los ricos y los desposeidos, entre la alta cultura corporativa y las sub-tecno-contraculturas, las mentes cyborg y los cuerpos modficados por las tecnologías médico-fármaco-digitales...
AC.02/ amor cyborg
En las primeras páginas de Neuromante, WG establece una relación completamente nueva con la máquina, una relación que me gusta representar con la imagen del "amor cyborg".
Por ejemplo, en "Sueñan los androides con ovejas eléctricas", la novela de 1968 de Philip K. Dick que inspirara la película Blade Runner [1982], - Deckard, el protagonista, siente una atracción difícil de explicar por Rachael Rosen, una androide Nexus 6. Tienen un affair sexual y él queda muy afectado, pero finalmente es capaz de retirar [asesinar] a los otros androides y volver a sus hogar junto a su mujer y sus animales eléctricos. Enamorarse de un androide, a fin de cuentas, no terminaba de estar bien.
En Neuromante, sin embargo, - la primera novela de William Gibson, [1984] -, Case se encuentra a Molly, una seductora mujer cyborg; una ninja urbana que lleva diversas prótesis integradas en su sistema nervioso y su carne: Un sutil puesta a punto del sistema nervioso central para reducir los tiempos de reacción, unas gafas de espejos injertadas en la carne que permiten la visión nocturna y la superposición de mensajes informativos; unas cuchillas metálicas y retráctiles que se proyectan desde debajo de sus uñas pintadas de rojo. En el primer capítulo tienen un tórrido encuentro sexual, y a pesar de que al principio se siente extrañamente incestuoso, resulta un sexo estupendo y se convierte en amor. Y este amor, es una de las claves en el desenlace de la historia.
Algunos críticos llegan a afirmar que estos primeros pasajes sexuales constituyen una las claves del éxito de toda la obra posterior de Gibson. Yo estoy de acuerdo. No se trata, sin embargo, tan sólo del erotismo; sino más específicamente de la mezcla entre el sexo y la máquina, - que también investigan Ballard, en sus libros y Cronenberg en sus películas-. Leyendo a Gibson en los 80, el encuentro entre Molly y Case parecía perverso y excitante. ¡Hoy, casi 15 años después, a todo el mundo que conozco le gustaría tener un* amante cyborg!
Danna Haraway, una pensadora feminista, escribió en el año 1992 el Manifiesto Cyborg. Aquí proponía una nueva relación con la máquina, entre lo natural y lo artificial, y por extensión, una nueva teoría - o ética - de la identidad. Extraigo algunas líneas del final del manifiesto: "Tomar seriamente la imaginería de los cyborgs como algo distinto de nuestros enemigos supone varias consecuencias[...] El cuerpo del cyborg no es inocente; no nació en el Paraíso; no anhela una identidad unitaria que genera así antagonismos dualísticos que se proyectan hasta el final de los tiempos[...] El placer intenso en la capacidad de la máquina, cesa de ser un pecado y se convierte en un aspecto de la corporeidad. La máquina no es algo para ser animado, adorado o dominado. La máquina somos nosotros, nuestros procesos, una aspecto de nuestra corporeidad[...] ellas no nos dominan o amenazan. Somos responsables de los límites, nosotr*s somos ellas [...]
El imaginario cyborg puede ayudar a expresar dos argumentos cruciales[...]: Primero, la producción de la teoría totalizante, universal supone un gran error, que ignora la mayor parte de la realidad, probablemente ya ahora, pero seguro, en el futuro; y segundo, hacernos responsables de las relaciones entre ciencia y tecnología significa renunciar a una metafísica anticientífica, a una demonología de la tecnología, y significa, pues, entregarnos a la compleja tarea de reconstruir las fronteras de la vida cotidiana, en conexión parcial con otros, en comunicación con todas nuestras partes[...] El imaginario cyborg puede sugerir un camino de salida del laberinto de dualismos en el cual hemos explicdo nuestros cuerpos y nuestras herramientas. Es el sueño, no de un lenguaje común, sino de una poderosa heteroglosia infiel[...] Significa, a la vez, la destrucción y la construcción de máquinas, identidades, categorías, relaciones e historias espaciales. Aunque ambas están ligadas en la danza espiral, ¡antes sería un cyborg que una diosa!"

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