El conde Quesnay además de ser un excelente fibonachero, eliotista, especulador y padre de familia en el campito nacional y popular tiene como otra de sus virtudes el ser un excelente, maravilloso, fanático y genial bostero, admirador de la sutileza y el toque (a los tobillos) de incomparables figuras de nuestro futbol vernáculo, tales como: El Tano Pernía, Mouzo, Krasouski, Pasucci, El Vikingo Jarabina (mauro dixit), Abramovich, Stafuza, El Patrón Bermúdez y el nunca bien ponderado y jamás olvidado Blas Armando Giunta, cuyo fuego sagrado en el fútbol es hoy sostenido por Krupoviesa y ese patadón con que revoleó a Montenegro.P.D. Que lástima que Monzón no jugó en Boca... Todavía recuedo con orgasmos el revoleo que le pegó al alemán en el banderín del corner...
Que grande Hobbes, unico para describir la pasion bostera,,,,se me pianta un lagrimon!!!!
viernes, agosto 11, 2006
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