viernes, mayo 18, 2007

Claro que vale! carajo y la puta que los pario!!





Desde chiquitos los goleadores aprenden que no hay que rendirse nunca. Que hay que buscar hasta el último minuto y exigir hasta en la pelota más inofensiva. Que en la noche más oscura también puede aparecer un rayo de gol. Todos esos consejos que a Martín Palermo lo ayudaron a convertirse en esto que es hoy se los enseñó a sus compañeros en un curso aceleradísimo en los últimos minutos del partido, para que Boca siga respirando en esta Copa Libertadores. Dos goles, uno que vale, otro que no por un grosero error de un juez asistente, otra vez presente cuando la pelota hierve y un mensaje esperanzador para todos: se puede. Siempre hay revancha.La de Boca será en seis días, en un Defensores del Chaco donde Libertad no suele mostrarse tan sólido como cuando juega de visitante. La de Palermo, en cambio, fue pago express.Buscó de entrada el Loco... Y nada. En el área, entre una multitud, no encontró una bola redonda por abajo y por arriba apenas pudo conectar un centro. Encima, a esta altura de su vida, la movilidad no es una característica que lo distinga. En realidad, no lo fue nunca, pero menos aún en estos años de madurez. Entonces, entre lo que no le llegaba y lo que no generaba, se le empezó a ir la noche. Pero siguió buscando Palermo...Y en eso apareció un penal, otro más, y con él todos los fantasmas recientes. Metió uno contra Newell''s, empezó la crisis con el que le atajó Campagnuolo, se reivindicó esa misma tarde con carambola en el palo derecho, agigantó las dudas con el que mandó al cielo contra Vélez y, por más que esa noche de Copa se sacó las ganas con un gol de cabeza, la confianza no volvió completamente. Entonces, tras una charla entre referentes, le pasó la posta a Román y el 9 ayer miró de lejos cómo Romy corría su misma mala suerte. Ni se acercó al punto penal. Pero siguió buscando el Loco...Al final, cuando se escuchaba algún insulto por el manotazo fallido de Caranta, cuando Libertad parecía que lo tenía en el bolso, cuando Boca tropezaba por enésima vez, entonces el goleador encontró lo que buscaba. Clemente tomó un rebote, metió un centro atrás al corazón del área y a Palermo por fin le quedó una en la mira. Desde ahí, claro, no falla. Pero tuvo que interrumpir de golpe el festejo: banderín levantado, gol anulado. Error grosero porque Clemente había partido habilitado tras el remate de Dátolo. Pero, como siempre, siguió buscando el goleador...Y dos minutos más tarde, sobre el final, volvió a encontrar eso que persiguió desde el primer minuto. Ya no se lo sacó nadie. Gritó su revancha con los brazos en alto. Y todos aprendieron la lección. El jueves Boca tendrá la suya para demostrarlo.

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